“El PLD es un partido que nunca, nunca ha permitido ni permitirá que se use la estructura del poder para la práctica de la corrupción”. Así se expresó en Nueva York el león, quien a partir de enero, saldrá a las calles a rugir por la permanencia en el Congreso y en los cabildos de quienes están comprometidos a obedecer sus órdenes. Hoy ruge por la impunidad de sus protegidos, que es el mejor recurso para preservar la suya.
En un discurso de campaña pronunciado el mes pasado en una escuela de Nueva York, el presidente Leonel Fernández volvió a mostrar su condición de balaguerista. Anunció que tomaría las calles en la campaña por los candidatos del Partido de la Liberación Dominicana y proclamó que “a la oposición se le peló el billete” al pretender desprestigiar a quienes gobiernan, porque en el gobierno no hay corrupción.
No hay que decirle que la declaración se contradice con la emitida el 30 de abril pasado, cuando definió la corrupción como un fenómeno histórico, que no escapa ni a las grandes potencias y países organizados, apuntando que, por eso, no está ausente en su gobierno.
Lo más importante es que se refiere a la oposición que reconoce y con la que ha pactado, la que está manchada por el mismo lodo, encabezada por el justamente cuestionado presidente del Partido Revolucionario Dominicano, Miguel Vargas, y el ex presidente Hipólito Mejía, del mismo partido y con la misma marca.
Habla también de grupos que más bien son ventorrillos politiqueros, ligados a sectores del poder permanente. A la cabeza de esa lista está la despedazada maquinaria llamada Partido Reformista Social Cristiano, que participa en los más sucios acuerdos de aposento y sus dirigentes no pueden ocultar que están en venta.
Como en julio, cuando llamó al Palacio a los directores de medios de comunicación; en marzo, cuando juramentó la Comisión Nacional de Ética y Combate a la Corrupción (obviamente de lujo), y en mayo, cuando anunció que una unidad del Departamento Nacional de Investigaciones trabajaría en el combate a la corrupción, el presidente Fernández pretende hacer pensar que la corrupción no es realidad, sino fantasía creada en los medios de comunicación.
¡Como si no fueran visibles la malversación y el derroche! El anuncio de que el león rugirá en enero, es, en sí mismo, un rugido, pero por la impunidad. ¡Qué descaro!
0 comentarios:
Publicar un comentario