COPEY, Guayubín. Dos adultos y un jovencito de este poblado, las primeras tres personas con que se topó Eduardo Baldera Gómez al escaparse el sábado de sus captores tras permanecer secuestrado durante 22 días, tienen órdenes provenientes de un oficial de la Policía de no hablar del asunto con nadie y mucho menos con la prensa.
Así lo afirmó Emilio Santos, el campesino que, de manera presurosa, a media mañana del sábado recorrió a lomo de caballo los kilómetros que separan esta comunidad con el sitio donde vio a Baldera Gómez.
No detuvo su carrera hasta llegar al destacamento de la Policía de El Copey, donde informó sobre el encuentro.
Redactores de este periódico estuvieron en la tarde del lunes en la vivienda de Emilio, y cuando trataron de entrevistarlo para que narrara los pormenores del contacto original que tuvo con Baldera Gómez, dijo que un alto oficial de la Policía le ordenó no hablar con nadie sobre el particular.
Su silencio, el de su hijo conocido como Lili, y el de su compañero de faena como ordenador de vacas, identificado como Lali, va acompañado de no permitir que se les tomen fotografías o vídeos.
Esas instrucciones han sido cumplidas por ellos al pie de la letra, porque, según Emilio, “fueron dadas por un oficial de la Policía y eso es suficiente”.
Sin embargo, vecinos de Emilio informaron que realmente la primera persona que vio a Baldera Gómez fue el jovencito Lili quien, al éste decirle que era la persona secuestrada y que se había escapado, lo llevó al rancho donde su padre y Lali ordeñaban las vacas.
En ese lugar, de acuerdo a esos testimonios, le ofrecieron alimentos.
El joven Baldera Gómez comió y descansó durante un rato.
Mientras tanto, Emilio montó su caballo y, lo más rápido que pudo, llegó al puesto policial para informar de dicha novedad a los sargentos Danilo de Jesús Franco y Manuel Antonio Hernández y al cabo Ángel Muñoz Gómez.
Los policías salieron presurosos en una camioneta hacia el lugar señalado, pero no tuvieron que llegar porque en el camino se encontraron con Lali, que ya se dirigía hacia el destacamento acompañado del joven, a quien facilitó otro caballo para hacer el viaje.
A pesar de que la jefatura de la Policía informó el domingo que dos personas vinculadas al secuestro de Baldera Gómez fueron muertas aquí en un intercambio de disparos horas después de la fuga del secuestrado, pocos lugareños sabían 48 horas después que se había producido el tiroteo. En sentido general nadie pudo decir exactamente dónde se enfrentaron los policías y los secuestradores.
Los reporteros intentaron llegar hasta la cabaña donde fue mantenido en cautiverio el joven nativo y residente en Nagua, pero lo accidentado del camino que conduce hasta allí, además de su ubicación en plena zona montañosa, hicieron desistir de la idea.
En el trayecto hacia el inhóspito lugar fueron observados dos grupos de alrededor de 20 agentes policiales, portando armas cortas y largas, dirigidos por un coronel adscrito al departamento de Antisecuestros, quienes “peinaban” el área con el objetivo de dar con los demás secuestradores.
A pesar de las horas de búsqueda, entre cambrones y guazábaras, no habían siquiera encontrado rastros de los alegados compañeros de las dos personas que se alega murieron en el intercambio de disparos.
Esta comunidad, localizada a 20 kilómetros del cruce de Botoncillo con la carretera Duarte, se destaca en la Línea Noroeste como productora de leche de vaca, en cuya labor se gana la vida la mayoría de sus moradores.
Se encontraron
Alertada sobre la presunta escapatoria del del secuestrado Eduardo Baldera Gómez, la Policía se dirigió al lugar pero no tuvo que llegar porque lo encontró en el camino.
Y los primeros testigos, un ordeñador y su ayudante, tienen prohibido hablar del asunto.
Y la prohibición es más drástica si el interés de conversar proviene de la prensa.
Esos testigos tampoco permiten que se les tomen fotografías. EN
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