.::No olvidemos. No perdonemos. No nos reconciliemos. Juicio y castigo a los corruptos.::.

Facebook

Facebook es un triunfo rotundo de la vecindad. De las ventanas abiertas al despuntar el día. De la siembra con sus esperanzas. Nos retorna a las cotidianas visitas de los vecinos y las amenas conversaciones al atardecer, entre compadres y amigos. Jarros de café en mano, desde luego. “¿qué es lo que a uno le hace sensato? Escuchar y que le digan algo”, nos canta el poeta.

Es una virtual realidad que responde a la necesidad de abrir las puertas de par en par. Sacar las sillas para sentarnos frente a la casa para ver la gente pasar. Y para que nos vean con el vestido nuevo, la camisa blanca y los zapatos de charol. “Cuando se acude a ellos, siempre se les encuentra”, nos alienta a creer Bertolt Brecht.

Exitoso recurso que nos salva de una soledad que la ciudad nos impone. Recrea el penetrante olor de la guayaba al ritmo de un merengue liniero nos arde en la piel.

Vemos y nos ven. Por eso nos ponemos la dominguera. Nos frotamos un perfume que anuncie nuestra llega. Y nos retenga sin quedarnos ahí.

La tecnología, como el agua, siempre paga sus daños. Nunca antes la información, la educación y en entretenimiento se ofertaron a tan bajo costo y habían llegado a tantas manos. Derroche de galanterías, picadas de ojos y dulces travesuras compartidas. Chocolates y otros regalos virtuales que nos recuerdan la habichuela con dulce y el arroz con leche brindados al vecino con el todo el mejor deseo.

La vuelta a una candidez saludable. No, necesariamente frívola ni cursi. Más bien, glorificada y memorable señal de sencillez. El proceso de la comunicación en su fase más elemental y vital. La “aldea global” de McLuhan consagrada y realizada en una interconexión que supera los pronósticos de este visionario de la comunicación.

La foto es, también, el mensaje, si Mcluhan nos permite parodia. Ahorra palabras. Esto, que parece ser uno de sus atributos, es uno de los mayores pecados de este invento que eterniza alegrías, ilusiones y esperanzas.

A lo mejor las fotos, videos y sonidos que nos ofertan los medios electrónicos resultan superfluos ante una grata y palpable presencia, con sus brillantes colores, intenso perfume de mujer y el dulce sonido de su voz.

Facilita la omnipresencia. Democratiza la gracia y el amor de manera esplendorosa. Aislados, la propuesta consiste en un feliz retorno a una etapa primaria, es tan vital como el agua. Necesaria y oportuna. De ahí el éxito de Facebook y otros productos afines. EN

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